Cuando trabajaba como Directora de Software en una empresa tecnológica, me esforzaba mucho para que mis comunicados sonaran muy profesionales.

Siempre sentía que no debía mostrar mi fragilidad. No debía mostrarme débil ante los demás, ya fuese un cliente, un proveedor, un superior, mis iguales o cualquier persona del equipo. Mensajes correctos y sobrios, nada de emoticonos, de JAJAS ni nada por el estilo.

Un día estaba hablando con el equipo de Recursos Humanos y me dijeron que no me reconocían en mis mensajes, en el trato en persona me sentían especialmente cercana y amable, porqué escribía esos correos tan fríos.

No recuerdo si por aquella conversación cambié algo en el tono de mis mensajes o no, protegerme era mucho más importante que parecer amable.

Protegerme era más importante que parecer amable

Sin embargo, esta historia me ha venido a la mente después de haber leído «Las cinco disfunciones de un equipo» de Patrick Lencioni, la primera disfunción «la desconfianza» me ha traído este recuerdo.

La desconfianza se genera precisamente cuando los miembros del equipo no se sienten seguros y ocultan su vulnerabilidad por temor a ser dañados o menospreciados.

El viaje de hacerme pasar por una profesional segura a sentirme realmente segura dentro del equipo fue un proceso largo y movidito que pude recorrer gracias a un gran líder, a unas compañeras fantásticas y a un equipo como la copa de un pino.

Generar confianza para que todo el mundo pueda mostrar su vulnerabilidad es el primer paso que debe perseguir un buen líder para la construcción de un equipo fuerte y cohesionado.

Hay veces que solo con el empeño y el ejemplo del líder no es suficiente y ese equipo necesita más ayuda para superar ese reto. Cuando las personas se sienten cómodas para mostrar sus errores y debilidades sin miedo a las consecuencias, dejan de dedicar energía a esconderse. Y es entonces cuando dedican el tiempo y la energía a otras tareas más productivas y reconfortantes.



Si en tu equipo las personas no pedís ayuda cuando la necesitáis,
si como líder te ocultan los errores,
si preferís no aclarar los malentendidos y dejarlos correr,
si perdéis el tiempo y la energía midiendo vuestras acciones o palabras,
si evitáis las reuniones y el contacto…



Contacta conmigo y hablamos de cómo, a través de un proceso de coaching de equipos, podemos resolver esta primera disfunción.

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