En una formación a la que he asistido recientemente, impartida por la talentosa @nazareth.castellanos , he aprendido sobre los impactos que el estrés y la negatividad prolongada tienen en nuestro cuerpo. Uno de los aspectos que despertó mi interés fue el aumento del tamaño de la amígdala cerebral.
La amígdala forma parte del cerebro límbico y desempeña un papel fundamental en la regulación emocional frente a las situaciones que percibimos. Cuando la amígdala crece más allá de su tamaño normal, similar al de una almendra, toma el control de nuestro comportamiento, reaccionando de manera descontrolada y poco racional.
Afortunadamente, esta situación es reversible y existen acciones que podemos emprender para devolver la amígdala a su tamaño normal. La meditación, el ejercicio físico, el descanso adecuado… vamos, los típicos hábitos de bienestar que ya nos han contado mil veces. Hay otras acciones que me llamaron la atención, hoy hablaré sobre una de ellas.
Resulta que esta parte del cerebro reacciona de manera negativa y crece cuando recibe información que no le agrada. Cuando recibe información neutra continúa su trabajo con normalidad, y cuando recibe información placentera se aquieta y disminuye su actividad. Esto significa que simplemente admirando la belleza podemos devolverla a su tamaño habitual. Maravilla. Y además está demostrado científicamente.
Quizás no pueda ir a un museo, a la playa o la montaña todos los días, pero sí puedo elevar la mirada al cielo y contemplar las nubes, sus colores y el baile de los pájaros cuando vuelan, o puedo observar el movimiento de las cortinas con la brisa que entra por la ventana, o una flor que asoma entre el asfalto, el olor de esa taza de café o té humeante por la mañana, el vaivén de las hojas de los árboles que se dispersan por la ciudad, la risa de mi hijo pequeño, la voz de un ser querido, cómo sube mi falda con el soplo del viento, o un abrazo de alguien a quien quiero con locura… Prepárate para abrir tus sentidos, ¡y maravíllate con la belleza de cada día!
Y tú, ¿cómo te sobrepones al estrés?
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