A mí me encanta jugar, divertirme y pasarlo bien ¿a quién no, verdad? 😄
De mi vida, los momentos más felices que recuerdo tienen que ver con el juego, aquellos veranos en los que nos dejaban en libertad por la playa y pasábamos el día jugando, o de pequeñas también, los domingos por la tarde con mi hermana creando mil y una historias con lo que teníamos a mano, o cuando jugaba a deportes de equipo como vóley o baloncesto, o los juegos cuando mis hijos eran pequeños, jugar a pillar por la casa, o incluso ahora cuando juego a Mario Kart con mi hijo pequeño, cuando en la familia organizan las olimpiadas en la playa, cuando nos disfrazamos o cuando juego al «ticket to ride».
Cuando hice la formación de coaching de equipos me pareció fascinante, ya que está basado en el juego. Cualquier proceso de coaching, como siempre, tiene como objetivo crear consciencia para, desde ahí, poner en marcha la acción necesaria con tal de lograr los objetivos propuestos ¿Qué mejor forma de hacernos conscientes que jugando? El coaching de equipos crea esa consciencia y llama a esa acción desde el juego. He comprobado que, además de divertido, es efectivo.
A veces nos damos cuenta de que «lo-que-sea» no está funcionando, sin embargo no somos capaces de parar y «afilar la sierra», tal y como propone el séptimo hábito de Stephen Covey.
¿Qué crees que pasaría si de vez en cuando parásemos a jugar un rato para poner consciencia y activar acciones que nos ayuden a sentirnos mejor en nuestro trabajo?
Y tú ¿juegas o eso es cosa de niños?
Foto de Vanessa Bucceri en Unsplash