Uno de los retos más grandes a los que me enfrento al ejercer como coach, y más teniendo en cuenta mi larga historia como consultora, es la de contenerme para ofrecer a mi cliente lo que para mí sería la solución a la situación que está enfrentando.
El trabajo de consultoría consiste precisamente en recomendar y ofrecer soluciones. Escucho, entiendo lo que el cliente necesita, cuáles son sus retos, con toda esa información analizo las opciones, ofrezco una o varias soluciones y le ayudo a tomar una decisión. Es lo que he estado haciendo media vida profesional. Ayudar.

La consultoría es zona de confort. El coaching es zona de aprendizaje. Y me encanta.

El trabajo de coaching, sin embargo, consiste en hacer preguntas para generar consciencia y que el cliente encuentre su propia solución con sus herramientas y recursos internos. A veces puedo echar mano de la Programación Neurolingüística o de los conocimientos que tengo de Hipnosis Ericksoniana para que la persona deje de lado la parte racional del cerebro y se permita utilizar la parte creativa y más subconsciente del cerebro. En cualquier caso, se trata de confiar en que la persona tiene la solución dentro de sí misma. Acompañar.


Me fascina el trabajo de coaching, me fascina ese momento “eureka”, cuando el cliente cae en algo que le hace conectar con la solución y de pronto todo se convierte en claridad mental. Cuando eso pasa la cara se ilumina, eso es así, el cuerpo se endereza, la mirada es como de sorpresa y alivio. Y para mí hay una señal inequívoca de que la persona que tengo delante ha conectado con algo importante que lo va a cambiar todo: se me eriza la piel.


En una sesión estoy en total sintonía y conectada con la persona o las personas que tengo enfrente, el cerebro y el corazón emiten señales y laten al unísono. Como bien dice la neurocientífica y divulgadora Nazareth Castellanos, “el cuerpo sabe lo que la mente todavía no sabe”, así que, cuando se me eriza la piel es porque he conectado con el momento “eureka” de la persona que tengo enfrente. Si soy yo quien le ofrece la solución, nos niego la oportunidad de vivir ese maravilloso momento.

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