Cuando tenía ocho años, allá por la prehistoria de la tecnología, entró en casa un Spectrum, y no sé cómo lo hice, pero logré hacer un programita que escribía con asteriscos “Sole guapa”, aparecía y desaparecía, muy bonito, yo me sentí super orgullosa. Todos pensaron que me apasionaba la informática, aunque en las pruebas psicotécnicas del colegio siempre me salía que me tenía que dedicar a temas sociosanitarios, o de humanidades, o cosas así.
En casa teníamos claro que se estudiaba una carrera sí o sí, mis padres siempre nos dijeron que no nos podrían dejar riquezas y que nuestra herencia sería la educación y la formación, no era algo que se pudiera cuestionar. Así que, cuando acabé los estudios, llegó el momento de rellenar la solicitud para la Universidad. Mi entorno seguía confiando en que Informática sería mi primera opción, aunque en mi fuero interno deseaba estudiar Medicina o Enfermería o, con lo que sé ahora, Psicología habría sido lo que me habría hecho más feliz.
Era verano, estábamos en el apartamento de la playa, con mis hermanos mayores, sus novias, sus amigos y algún que otro primo. Y rellenamos la solicitud. Informática la primera, claro, ¿cómo me iba a oponer a la voluntad de las masas?. Y entré.
Aunque lo negaré eternamente y siempre me he quejado de que tomaran la decisión por mí ¡ay, la victimista que llevo dentro!, en realidad me alegro de que así fuese, porque yo habría sido la típica taruga tecnológica que no habría sabido hacer la o con un canuto, tecnológicamente hablando, claro. La carrera me dio montones de herramientas para abordar la realidad, estructura mental para entender los problemas y creatividad a la hora de encontrar las soluciones.
Estoy muy agradecida a mis padres por la creencia de que sí o sí tenía que cursar estudios universitarios y luego por obligarme a terminar Informática, que evidentemente intenté dejar en varias ocasiones porque ¿qué hacía yo ahí entre tantos bits y tanto tipo raruno?. Gracias a ellos, mi carrera profesional se ha ido encauzando hacia lo que soy ahora, con una potente base en Tecnología que de otra forma no habría logrado ni en un millón de vidas.
Y tú, ¿cómo te llevas con la tecnología?
Foto de Derek Thomson en Unsplash